Mis padres en varias ocasiones me han contado anécdotas de su formación universitaria como psicólogos, allá en los años 70. La mayoría de estas historias tienen que ver con los estudios de caso que debían realizar sobre los pacientes del hospital psiquiátrico.
Un caso que desde
pequeño me llamó poderosamente la atención fué el de Virginia Toro, una señora esquizofrénica. Ella, en su demencia, desarrolló lo que se conoce
como una estereotipia verbal. Cada vez
que se le preguntaba su nombre, ella respondía con una precisa e incoherente
secuencia de palabras. Siempre las mismas.
Mi
papá solo recordaba un pedazo de la oración: Tierra pezuña veinte mujeres.
Esa combinación inusual de palabras
me causaba curiosidad, tenía cierto valor poético. ¿Qué significado habrá tenido
en la mente de Virginia? ¿Qué dimensión del pensamiento genera algo así?
Por
varios años insistí a mis padres que buscaran el texto completo, pero no habían
guardado sus apuntes de esa época. Sólo recientemente, a través una colega de
la misma generación, se pudo dar con lo siguiente:
Mallucaray marcareta
Tierra pezuña 20 mujeres
Casa habitación hotel
Las mismas preguntas
Las mismas contestaciones
Llaman Virginia Toro
y contestamos los llamados
Indagando
un por internet, pude encontrar un dato más sobre Virginia Toro. Ella
era admirada y visitada frecuentemente por unos poetas, del grupo La Mandrágora, los primeros
surrealistas chilenos. Ella les decía sobre cómo había llegado flotando en miguitas de pan.
Al
parecer, yo no he sido el único fascinado con este talento inusual… ¿Seré
el último?